Heart of Strings
By Keyla Limones
“Ya no llores mija”, gritó alguien entre la multitud. Fue todo lo que escuché mientras tocaba el guitarrón. Las cuerdas me llevan a recordar de aquel día. El recuerdo de tocar Cielito Lindo y estar parada enfrente de alguien muerto. Una sensación que te enchina la piel y te hace sentir un nudo en la garganta. Todo el grupo de mariachi tocó, mientras llorábamos y nos aferrábamos a nuestros instrumentos. Lo único que nos impidió derretirnos en medio de la capilla y tocar música fue nuestro compromiso de seguir tocando juntos. Miré de frente y me concentré en la imagen de la Virgen de Guadalupe y sus flores amarillas. Recuerdo a la cantante ahogándose con la letra de la canción, mirando hacia otro lado porque no podía continuar. La valentia nacio de mi y se que cante, cante lo mas fuerte que pude y me despedi de algo tan profundo dentro de mi y la memoria de mi papa. El jaloneo de cuerdas de acero y el canto que nacio desde el corazón, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. No lo conocia, yo no tenia ni idea de quien era ese señor. Solo sabia que era el papá de una de mis compañeras del grupo de música. Lo único que sabía era que él era mexicano y murió lejos de su tierra, le encantaba la música de mariachi y andar en motocicleta. Durante esos pocos minutos entendí lo que era sentir la tristeza de otras personas. Ponerte los zapatos de alguien mas y entender el dolor y desesperacion de nunca mas volver a ver a alguien que tanto amabas. Tocamos durante treinta minutos seguidos, pero se sintió como un año. Al terminar de tocar todos corrimos para afuera a terminar de llorar. Nos abrazamos tratando de silenciar el dolor que todos sentíamos por dentro. La experiencia que vivimos juntos solo nosotros la entendiamos y sabiamos como nos afecto tocar en un funeral por primera vez. Miré mi guitarrón mientras lo guardaba dentro de su estuche y supe que este recuerdo ahora estaría atado a las cuerdas como en mi corazón, y las lágrimas que caían de mi impresas en la madera.